Sus formas son variadas debido al suelo del que provienen, pero lo que identifica a una buena Trufa es indiscutiblemente su madurez y aroma.
El aceite de trufa provee en la cocina un potenciador de sabor y aroma único. La trufa se integra al aceite de oliva impregnando su aroma.
Las trufas frescas de temporada son conservadas en su jugo o en aceite de oliva o girasol para hacerlas disponibles con su aroma y sabor todo el año.
A pesar de su sencillez, la sal o miel con trufas son de los preferidos en la cocina. Ideales para enriquecer el sabor y el aroma de cualquier platillo.
Un alivio para los amantes de las trufas que en ocasiones sienten que la temporada de trufa blanca de invierno pasa en un instante.
La piel es negra rugosa e irregular, interior color avellana y veteado blanco. Esta trufa tiene un aroma dulce menos intenso que el resto.
Una mezcla de Trufas negras, hongos y aceitunas negras en aceite de oliva crean una deliciosa salsa para saborear cada ingrediente.